DOI:10.56469/rae.v4i1.1791
Recibido: 08/04/2025 Aceptado para publicación: 03/06/2025
Sr. Editor:
Las áreas protegidas (APs) son reconocidas globalmente como herramientas esenciales para conservar la biodiversidad (Cao et al. 2015, Mandić & Petrić 2021) y mantener servicios ecosistémicos vitales como la regulación hídrica y climática (Castro et al. 2015, Dudley & Stolton 2010). Para las comunidades locales que a menudo viven dentro o cerca de estas áreas protegidas, los ecosistemas saludables no son solo un bien de interés global, sino la base de sus medios de vida, cultura y bienestar. La provisión de agua limpia, suelos fértiles, productos forestales no maderables y oportunidades recreativas o turísticas depende directamente de su buen estado de conservación. Por lo tanto, el reconocimiento de la importancia de las APs debe ir acompañado del entendimiento de que su éxito está intrínsecamente ligado al apoyo y la colaboración de los actores locales, quienes son los guardianes más directos y los primeros beneficiarios (o afectados) por su gestión.
A pesar de la creciente cobertura de APs (Shackleton et al. 2020), su manejo funcional enfrenta serios problemas que a menudo se exacerban por una insuficiente consideración de los actores locales. La falta de datos históricos, la categorización a veces inadecuada (Xie 2019) y la complejidad en la clasificación de los sistemas de APs (Ouyang et al. 2020) pueden llevar a planes de manejo desconectados de la realidad local. Además, las presiones económicas externas e internas sobre los recursos naturales, como las observadas en otros contextos (Müller 2008), pueden generar conflictos si las necesidades de subsistencia o desarrollo de las comunidades locales no se integran en los objetivos de conservación. La exclusión de los actores locales en la toma de decisiones puede resultar en falta de legitimidad, incumplimiento de normativas y, en última instancia, en el fracaso de los objetivos de protección a largo plazo.
Para que las APs sean verdaderamente efectivas y sostenibles, es imperativo fortalecer el rol de los actores locales. Esto requiere, en primer lugar, marcos legales y organizativos claros que no solo definan las categorías de protección (Ouyang et al. 2020, Ravenel & Redford 2005) sino que, también establezcan mecanismos formales para la participación local y el reconocimiento de sus derechos y conocimientos (Yu et al. 2020). Es necesario mejorar los sistemas de monitoreo, por ejemplo, para hacer frente a invasiones biológicas (Shackleton et al. 2020), e idealmente, estos sistemas deberían incorporar el conocimiento ecológico local junto con datos científicos. Fundamentalmente, la planificación y gestión de las APs debe integrar de manera sistemática el análisis y la valoración de los servicios ecosistémicos (Dudley & Stolton 2010), asegurando que los beneficios derivados de la conservación sean percibidos y, cuando sea posible, gestionados parcialmente por las comunidades locales.
En conclusión, el manejo funcional y la sostenibilidad a largo plazo de las áreas protegidas dependen críticamente de una alianza sólida y equitativa con los actores locales. Si bien las APs son fundamentales para la conservación global (Xie 2019), su efectividad sobre el terreno no puede garantizarse únicamente mediante decretos o planes técnicos centralizados. Superar los desafíos de gestión requiere abordar las necesidades local, integrar sus conocimientos y aspiraciones, y desarrollar estrategias de gobernanza participativa (Weixlbaumer et al. 2015). Reconocer a las comunidades locales no solo como partes interesadas, sino como socios esenciales en la conservación, es una condición indispensable para asegurar que las áreas protegidas cumplan sus múltiples objetivos de protección de la biodiversidad y provisión de beneficios para la sociedad (Dudley & Stolton 2010).
La importancia de los esfuerzos de las organizaciones locales, como una forma de complementar e influir en políticas y regulaciones más efectivas para proteger a la población de los efectos de los grandes retos medio ambientales forma parte del respaldo en la literatura académica, puesto que para resolver los grandes retos de sostenibilidad se requiere una acción coordinada de distintos tipos de actores de un lugar específico, ya que las consecuencias afectan directamente los intereses públicos y privados, y daran los sistemas ecológicos clave que los apoyan y por tanto el bienestar de las personas de esa zona.
Cao, M., Peng, L., & Liu, S. (2015). Analysis of the network of protected areas in China based on a geographic perspective: Current status, issues and integration. Sustainability (Switzerland), 7(11), 15617-15631. https://doi.org/10.3390/su71115617
Castro, A. J., Martin-Lopez, B., Lopez, E., Plieninger, T., Alcaraz-Segura, D., Vaughn, C. C., & Cabello, J. (2015). Do protected areas networks ensure the supply of ecosystem services? Spatial patterns of two nature reserve systems in semi-arid Spain. Applied Geography, 60, 1-9. https://doi.org/10.1016/j.apgeog.2015.02.012
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